Control de babosas y caracoles

Control de babosas y caracoles

Control de babosas y caracoles

Son moluscos (cuerpo blando), con cabeza con cuatro tentáculos retráctiles (dos de ellos más largos en cuyos extremos se ubican los ojos) y un pie musculoso que les permite deslizarse. Al hacerlo dejan una huella de «baba» brillante que su cuerpo segrega para facilitar el movimiento, lo cual sirve para detectar su presencia. Una diferencia entre los dos tipos de individuos es que los primeros poseen un caparazón atrofiado. Con la saliva humedecen el tejido vegetal, lo afirman con la mandíbula y lo raspan con los «dientes» arrancando trozos de tejido como si fuera un rallador.

Si bien en el mercado existen otros productos para proteger los cultivos de babosas y caracoles, sólo el metaldehido tiene una eficacia comprobada siendo al mismo tiempo ecológicamente compatible.

El ataque de los moluscos ocasiona grandes pérdidas no sólo en la jardinería sino también en la agricultura y en pisciculturas. Estos daños varían según la época del año, la humedad y las lluvias.

Las especies más comunes en nuestro país son babosas Limax sp., Agriolimax sp. y Deroceras sp. y caracoles Helix sp.

Consecuencias del ataque de caracoles y babosas

Estos moluscos tienen su mayor actividad durante la noche y en tiempo húmedo; durante el día se esconden debajo de objetos en el suelo. Su presencia se reconoce por el trazo plateado que dejan al desplazarse con su baba, la que queda adherida como un surco por las superficies que transitan.

La intensidad de los daños varía con la época del año y depende además de las precipitaciones y del método de cultivo.

Los métodos de cultivo se han modificado mucho en los últimos tiempos: se trabaja a menor profundidad arando menos y a menudo se emplea la técnica de siembra directa. De esta manera se remueve mucho menos el suelo, por lo que quedan restos de plantas que sirven de refugio para los caracoles y babosas. Así aumenta su posibilidad de supervivencia afectando no sólo plantas en crecimiento y adultas sino también brotes, bulbos y pequeños árboles.

El ataque de los moluscos se manifiesta por huecos en las hojas de los vegetales, que reducen la superficie para la fotosíntesis y afectan de esa manera el crecimiento y rendimiento de los mismos. Los daños causados en brotes provocan a menudo la pérdida total de la planta, especialmente en las dicotiledóneas (hierbas). Las monocotiledóneas toleran los ataques de moluscos hasta un cierto punto. Pero es indudable que no se pueden vender flores, frutos y hortalizas si presentan daños causados por el ataque de moluscos.

Los moluscos también atacan por debajo de la superficie. Las babosas, especialmente, devoran las semillas antes de su germinación o los brotes y atacan los bulbos, originando posteriores infecciones de hongos.

En criaderos de peces pueden formar grandes colonias que sustraen el alimento de los peces, con el consecuente perjuicio.

Babosa

Control de moluscos

En jardinería se emplean productos en base a metaldehido, ya que es el único producto específico selectivo para el control de babosas y caracoles.

En la agricultura y floricultura se emplean otros productos como carbamatos, niclosamida y sales metálicas. Pero estos productos no son específicos ya que se trata de insecticidas, por lo que tienen otros efectos ecotoxicológicos y llegan a ser dañinos para la salud.

Forma de actuar del metaldehido

El metaldehido no afecta otros insectos o animales como las lombrices de tierra o las aves por ser un molusquicida específico y selectivo.

El primer síntoma de envenenamiento en babosas y caracoles es la abundante secreción de mucosidad. Esto no es más que un intento de desintoxicación que consume la energía del molusco debilitándolo. Este proceso afecta las membranas celulares y las células mucosas dejando al molusco inmovilizado a causa del envenenamiento. Al no poder recuperarse por medio de la absorción de agua queda expuesto a la deshidratación. El envenenamiento se produce tanto por ingestión como por simple contacto.

Es importante, para la efectividad del producto, que el material del cebo sea atractivo como alimentación para los moluscos. El metaldehido puede considerarse «moderadamente tóxico» tanto por contacto como por ingestión en mamíferos, aunque se recomienda mantenerlo lejos del alcance de niños y animales domésticos. También implica un reducido riesgo de contaminación del medio ambiente ya que es descompuesto por microorganismos aerobios y anaerobios. En la Comunidad Europea fue aprobado oficialmente el uso de molusquicidas en base a metaldehido en la agricultura biológica-orgánica.

Formulaciones

Las formulaciones presentes en el mercado son cebos en polvo en base a afrechillo (GlacoXAN P), pelllets (GlacoXAN P Pellet) y suspensiones concentradas (GlacoXAN L).

En el caso de cebos en polvo y pellets (GlacoXAN P y GlacoXAN P Pellet) se deben aplicar en los momentos de mayor actividad en pequeños montoncitos separados a distancia prudencial, según la intensidad del ataque de la plaga, sobre el suelo. Para proteger el cebo de las lluvias, pájaros o animales domésticos, se lo debe cubrir con ramas, hojas o trozos de macetas, cuidando que con ello no se impida el acceso de la plaga. La ventaja del uso de cebos en pellet está dada por la facilidad en la aplicación y control de dosificación y en su mayor resistencia a la humedad.

Si se emplea un matababosas y caracoles en suspensión concentrada (GlacoXAN L) se debe diluir el producto como se indica en el marbete según se emplee para la aplicación regadera o pulverizador. Se debe cuidar de cubrir en forma uniforme toda el terreno y plantas a proteger. En caso de infestaciones intensas o lluvias, repetir el tratamiento a los 7-10 días.

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